Demoliendo estatuas
Cuando a las huestes patriotas de Ramón Freire se les denomina los "Avengers de la Patria" es porque Baradit ha metido la pluma en la historia de Chile. Este diseñador de profesión y autor de ciencia ficción en un comienzo y hoy, de pura realidad como es la historia, ha venido a revolucionar el género de la divulgación histórica. Su cuarto libro sobre La historia secreta de Chile, lo dedica a los héroes y se pregunta: "¿Quién decide qué figuras debemos adorar?". Para responder: "La historia es un arma y puede ser de dominación. Pero también de liberación. La historia es un campo de batalla porque como bien dijo Orwell, 'Quien controla el pasado controla el futuro'". Jorge Baradit llega a incendiar las praderas de la historia para discutir sobre algo que creíamos era una verdad incuestionable y en esta conversación junto a Vivian Lavín explica porqué.
Campeando septiembre, aparece Jorge Baradit (1969) en plena Alameda derribando los monumentos nacionales, los de los próceres honrados desde la naciente República de Chile, dejando la polvareda. O'Higgins es el dictador, Carrera un personalista, Portales un vil instrumento de la Oligarquía chilena, porque "la historia que circula está mayormente modelada e influenciada por las élites". Sobre los "hombros de gigantes" de la talla de Hernán Ramírez Necochea, Sergio Grez Toso, Luis Vitale o Gabriel Salazar, los adelantados historiadores que pusieron su ojo en los procesos sociales y no en los intereses de la aristocracia chilena, Baradit propone que "si quitáramos el foco de los autoritario, lo déspota y bajáramos del pedestal a los partidarios del "Orden y patria", "Por la razón o la fuerza", e ilumnáramos, por el contrario, a los compasivos. a los humanistas, a los rebeldes, a los inteligentes y solidarios, a los que buscaron los mejor para todo su pueblo, sobre todo para los más necesitados, algo bueno podría salir de ello".
En esta conversación junto a la periodista Vivian Lavín, el autor estrella de la divulgación histórica en Chile cuenta porqué somos protagonistas de la historia, y no meros espectadores.