El alto vuelo de una ilustradora chilena
Vivian Lavín conversa con la destacada ilustradora chilena Paloma Valdivia con quien repasa el camino que la ha llevado a convertirse, en la actualidad, en una de las ilustradoras más reconocidas y premiadas del país
Paloma Valdivia es una de las figuras más destacadas de la ilustración en nuestro país. Ella estudió diseño en la universidad Católica de Chile y a partir de lo que significa el diseño rápidamente emigró hacia la ilustración. La idea de invitarla a estas conversaciones urgentes sobre la lectura y el libro en nuestro país es porque ella ha tenido la oportunidad – no voy a decir la suerte porque la suerte también se busca con mucho trabajo, con talento, con tesón, con disciplina- de, por ejemplo, haber sido reconocida dentro de la selección que hace la Feria Internacional del Libro de Frankfurt, que se llama White Ravens y que, dentro de esa feria, hace la agrupación de libros infantiles más importante del mundo, en la que selecciona esos libros más destacados, la ilustración de cada año. También ha obtenido en nuestro país importantes reconocimientos.
Bienvenida Paloma Valdivia a Vuelan las Plumas ¿Cómo estás?
Muy bien. Muchas gracias por la invitación Vivian.
La idea de conversar contigo es porque hay quienes no se imaginan cómo puede ser esto de vivir de la ilustración. ¿Cómo fue tu camino, tu derrotero para, hoy día, convertirte en una de las principales ilustradoras infantiles de nuestro país?
Cuando yo empecé, hace 15 años más o menos, no existía prácticamente la ilustración en Chile. Por una parte, eso fue muy bueno porque cualquier cosa que yo hiciera era fácil en el sentido de que no había una gran competencia pero, por otro lado, era tan desconocido que había que formarla desde cero. No sabía que la ilustración se llamaba ilustración, a mí me gustaban los libros con dibujos y partí viendo los libros del Fondo de Cultura Económica que tenía su colección Orilla del viento que hace poquito había salido. Partí conociendo el trabajo de Isol, la gran autora e ilustradora argentina, y descubrí en la universidad el ramo que dictaba Valentina Cruz, que es una gran ilustradora chilena, que se llamaba Seminario de ilustración. Llegué por casualidad. Yo sabía que quería dibujar, no sabía que lo que quería era la ilustración. Y tomé su ramo y lo que hacía ella en cada clase era llegar con una caja de diapositivas de los seleccionados en la feria de Bolonia. Entonces, para mí, fue la sensación de un niño en navidad, que se te cae el diente y pasa el conejo, o sea, una felicidad total descubrir que eso que te están mostrando es lo que tú más quieres hacer.
¡Y que existe!
Y que está ahí y que es un mercado vigente, actual y que se moviliza en otras partes del mundo y, en el fondo, en ese mismo instante, yo tenía 20 años, empecé a trabajar por ello.
A ver, una cosa es querer trabajar y otra cosa es que te lleguen las oportunidades para hacerlo. ¿Cómo fue tu primer libro? ¿Cuál fue tu impresión? ¿Cómo fue tu experiencia?
Creo que en mi caso en ningún momento fue pensar en la ilustración porque era una dibujante maravillosa, o sea, todavía no lo soy, creo que tengo más habilidad en contar historias que en dibujarlas, pero soy muy perseverante y Valentina daba este curso donde se ilustraba durante todo el semestre una historia y venía un jurado y el ilustrador que ganaba, se publicaba. Lo hice el primer año y no gané y dije: “Bueno, lo voy a hacer hasta que me lo gane” y el segundo año me gané el primer lugar, se publicó el libro y, al mismo tiempo, Amanuta – que todavía no era Amanuta- andaba buscando un ilustrador y encontró mi trabajo y me ofreció hacer mi primer libro con ellas, que era Kiwala conoce el mar. Yo tenía que hacer el proyecto de título así que todo se fue dando como mágicamente
¡Ah, fue proyecto de título! Kiwala, qué lindo libro ¿es una llamita, no?
Es una llama, sí.
Bueno, ahí se nota cómo has ido evolucionando porque ese es un libro bastante geométrico por decirlo de alguna manera, tú te inspiras en toda la iconografía inca, precolombina, mientras que hoy día tú juegas mucho más con otro tipo de figuras. ¿Y cómo te fue con el proyecto de título en la universidad?
Me fue bastante bien, pasé con nota máxima.
¡Ah, ya! Porque a veces sucede que en la universidad no aprecian y, sin embargo, fuera de ella…
Y lo mejor de ese proyecto fue que lo pude mandar a la Bienal de Bratislava y fui y me gané un premio. Entonces ahí, inmediatamente me di cuenta de que por aquí tengo que seguir. Me fascina.
Tú estás en un momento de la historia que es muy coyuntural porque estamos dialogando con el mundo virtual y con Caperucita roja tú hiciste un experimento precioso. Me gustaría que compartieras con nosotros qué fue lo que sucedió con esa maravillosa Caperucita que está dentro de una colección de Amanuta y que son clásicos narrados por Gabriela Mistral. Tú ilustraste ese cuento con el que obtuviste importantes reconocimientos. ¿Cómo fue?
Bueno, me fascinaba Caperucita roja, siempre lo había querido dibujar, así que cuando Amanuta me contó de estos clásicos yo pedí por favor a Caperucita roja. La ilustré en papel y, al mismo tiempo, había descubierto los libros de Olivers Jeffers (El corazón en la botella) que habían empezado a sacar las aplicaciones en Ipad. Yo vivía en Barcelona y cuando vi el viral en Youtube de un libro pasado a Ipad, corrí a comprarme un Ipad y deseé entrar en este mundo virtual. Luego, hablamos con Amanuta y empezamos a pensar cómo se podía hacer una aplicación. Lo terminamos haciendo a través de un crowfounding de Ideame porque era carísimo, y hoy día sigue siendo carísimo, y, al menos en nuestro país y en Latinoamérica, el mercado de salida no es muy grande, o sea, en las casas, en general, muy poca gente tiene un Ipad, a diferencia de Estados Unidos, pero sentimos que era muy importante entrar al mercado del libro digital, de la App, en el mundo actual.
¿Qué significa esto para quienes no tienen un Ipad? ¿Cómo lo puedes explicar tú? ¿Qué características tiene? ¿Qué significa una App o un libro en este formato?
Bueno, hay dos tipos de archivos que se pueden leer en digital. Unos son los PDF digitalizados, que es el libro que uno lo va pasando y lo puede leer en la pantalla y otros donde uno puede participar del libro, el niño puede trabajar multisensorialmente. En el caso de Caperucita roja, según la hora del día que el niño entre en el juego, pasa el cuento. O sea, si el niño entra de día, el cuento se cuenta de día y los pájaros y animales que salen son diurnos y si entra de noche, la voz, que es de María Izquierdo, se está leyendo en un susurro, se pueden prender las luces, uno puede participar de la historia y hacer que se vaya contando en la medida que el niño vaya participando del cuento. En este caso hay que armar los versos. Si el niño logra armar los versos de cada página comienza una animación y tiene posibilidad de intervenir esa imagen.
Entonces, el libro no se narra inmediatamente y requiere que el niño tenga la capacidad…
Tienes que ganar la narración. O sea, tienes que lograr armar el verso para poder pasar a la siguiente página y poder utilizar las animaciones.
O sea, claramente ahí hay un desarrollo. Es una lectura exigente pero entretenida, con juego. ¡Qué bonito!
Ahora, te quiero contar una anécdota. El año pasado me invitaron de Fundación La Fuente a hacer una capacitación Apps para bibliotecarios de zonas extremas y rurales de Chile. Entonces, la Fundación le regaló cinco Ipad a cada una de estas bibliotecas y después yo tenía que hacer un taller con ellos. Claro, tú dices: “¿Qué precauciones hay que tomar antes de pasarle un Ipad a un niño que, a lo mejor, en su vida tampoco ha visto un libro?” Uno piensa, tiempo de utilización, los contenidos, conversar acerca del tema y ¿sabes qué es lo que todos me dijeron? “Uñas cortas y manitos limpias”. Yo lo encontré tan increíble. O sea, como partir con eso… Bueno, también se lo podría decir a un niño cuando le vas a pasar un libro en papel, o sea, es algo tan importante lo de uñas cortadas y manitos limpias. Lo encontré tan hermoso.
¿Y cómo fue esa experiencia?
Bueno, a mí no me tocó viajar. Trajeron a los bibliotecarios a la Biblioteca de Santiago a un seminario. Siempre encuentro increíble el trabajo de los profesores o bibliotecarios por la pasión que entregan. O sea, escucharlos a ellos hablando de los libros que les dan a los niños o que te pregunten: “¿Cómo se entrega un Ipad a un niño que en su vida ha visto un libro en papel?” O sea ¿qué le pasas primero? Y uno se sorprende porque, la verdad, yo no esperaba que me dijeran que había que lavarse las manos primero o que me dijeran que había niños que nunca habían tenido un libro en papel. Entonces, me conmueve, me impresiona y dan ganas de hacer muchas cosas por ellos. Fue una experiencia increíble y, de hecho, tengo muchas ganas de hacer el seguimiento y que me inviten a alguna de estas escuelas para trabajar con esos niños.
Tú siempre has ilustrado para otros pero también hiciste un libro en el que narras una experiencia de tu propia vida como la maternidad. Cuéntanos sobre ese libro y bueno, también, el camino que ha recorrido porque ahora lo vemos incluso en coreano.
Bueno, yo he hecho tres libros de autor, que son Los de arriba y los de abajo, Sin palabras, que es este de la maternidad, y Es así. El de la maternidad se escapa totalmente de mi registro que, en general, es infantil, pero tuve un hijo y me impresionó tanto el tema de la maternidad porque uno puede ver a otras mujeres criando y todo se ve tan perfecto y fácil desde lejos pero cuando a uno le toca, y en otro país más encima, como me tocó a mí, me choqueé, dejé de dibujar. Me llegó este niño a los brazos y empecé a leer todo lo que pude encontrar porque realmente, hoy día, no estamos preparados para criar, esa fue mi sensación. O sea, antiguamente uno vivía un poco más en comunidad, vivía la tía en la casa, la abuela y uno veía a otros niños nacer y criarse en conjunto. A mí me pilló a maternidad sobre los 30, en otro país, nunca había tenido un primo, una guagua, un hijo de un amigo cerca, entonces, uno se encuentra con un extraterrestre básicamente.
Un animalito
Claro, un animalito. La vida cambia totalmente para bien, para muy bien. Y también uno tiene que dejar ciertas cosas como la libertad, salir, viajar y hacer ese tipo de cosas pero por un tiempo porque después uno se da cuenta de que vuelve y estos cinco años que estuve criando necesité contar esta historia para ordenar un poco los hechos cómo se sucedieron, desde el momento de embarazarme hasta que nació y quería seguir pero, la verdad, parece que me hizo bien contar hasta ahí para ya, después, poder contar otra cosa.
Hablemos de la Feria Internacional del Libro de Bolonia que es una feria que acá poco se conoce. Por cierto, quienes estamos en el mundo del libro sabemos a qué nos referimos pero para quién no tiene idea y primera vez que escucha “Bolonia” ¿Qué pasa ahí?
Bueno, es una feria enorme donde se mueve la mayoría del mercado del libro infantil ilustrado del mundo. Es una feria a la cual no entran niños, o sea, básicamente está orientada a hacer negocios y donde, también, hay una gran exposición de ilustradores que envían sus trabajos. Dicen que mandan más de cinco mil ilustradores y seleccionan 50. Este año quedó seleccionada una chilena, Sol Undurraga, y la muestra es realmente impresionante. Sirve porque de esa exposición hacen un catálogo y cada año van haciendo lo que mostraba Valentina Cruz – que te lo mencioné en un principio- esta muestra de ilustradores seleccionados del mundo. Dentro se venden derechos, no sé, los ingleses le compran al mercado asiático, los alemanes a los ingleses, entonces, se mueve mucho el mercado. Y los ilustradores tienen una instancia para ir a mostrar sus trabajos y sus proyectos también. O sea, es la feria donde se venden o se comprar derechos y proyectos.
Los ilustradores son tan autores como un escritor. ¿Cómo ves tú la diferencia entre unos y otros? Porque a veces los ilustradores son autores pero en otras oportunidades están dibujando para otros. ¿Cómo se da el diálogo con quienes escriben?
Bueno, al menos en Chile, hace poco que se empezó a poner como autor al ilustrador también porque, antiguamente, era autor el escritor y el ilustrador era el ilustrador y podía ir en la segunda página…
Claro, bien chiquitito…
Sí, adentro. Pero sobre todo en el libro ilustrado que, en general, las imágenes son tan importantes como el texto porque van narrando, me parece perfecto que hoy día sean compartidos los derechos de la obra. Yo creo que hay distintas maneras de trabajar con el escritor. En mi caso personal, en general, no tengo relación con el escritor, cuando me ha tocado ilustrar algo media el editor. Me ha tocado trabajar con Jorge Luján que es un escritor argentino mexicano y él es como editor, agente. Él trabaja codo a codo contigo y va manejando el trabajo. Personalmente, yo también escribo e ilustro y es lo que más me gusta hacer porque me mando yo misma y elijo lo que quiero poner.
¿Cuáles son los próximos proyectos?
Estoy trabajando en dos libros nuevos, ambos para niños. Uno se llama Nosotros, que habla de la relación madre e hijo cuando ya están un poquito más grande el niño y de los juegos, de transformarse en otro; y Grande, diminuto, que habla de la pequeñez del hombre versus el gran poder que tiene su imaginación y capacidad de sentir y crear.
¿Y para adultos?
También tengo una idea de una novela gráfica que es acerca de mi papá. Quiero hablar de mi papá. Viví poco con él pero para mí fue muy importante. Él era un geólogo, artista, poeta y a pesar de que no lo vi tanto como me hubiera gustado, me enseñó todo lo que es cielo, las estrellas. Vivió en la Antártica, vivió en muchos lugares increíbles y quiero hacer una novela gráfica como para encontrarlo, entrevistarme con gente a la que le tocó estar con él y encontrarlo a través de esas entrevistas.
¿Es, en este caso, la ilustración una manera de conocerse, de sanarse? Es una pregunta que generalmente se le hace a los escritores, si la escritura es una sanación o por qué escriben. Me gustaría hacerte la misma pregunta antes de terminar: ¿Por qué dibujas?
Para mí es una terapia, realmente. O sea, me di cuenta con Sin palabras y también me he dado cuenta que mi trabajo es netamente autobiográfico. O sea, me impresiona y me sorprende la gente que puede hacer obras sin ser autobiográficos. Yo, lo que voy contando es lo que me va pasando a pesar de que lo trabaje y lo transforme en un cuento para niños o que lo ilustre de una manera totalmente ajena a la realidad.