El arte de la evocación de los afectos
Poeta, ensayista y profesor pero sobre todo, amigo, Pedro Lastra es una pieza fundamental para entender la poesía de Latinoamérica del siglo XX. Como miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua ha logrado lo que la diplomacia no ha podido: unir a nuestros pueblos a través de la palabra.
Es un señor de sonrisa amable que camina silencioso por las letras chilenas, no así en el contexto latinoamericano donde es conocido y reconocido como una pieza vital que conecta al continente a través de su verbo y su amplísimo conocimiento de las literatura en lengua vernácula que ha quedado plasmado en antologías poéticas y de cuentos. Pedro Lastra no tiene correo electrónico personal, o en verdad, no lo usa. Y es que no lo necesita. Para quien ha escrito millares de cartas en su vida, dirigidas a personajes de la talla de un Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Alejo Carpentier, Julio Ramón Ribeyro, Mario Vargas Llosa, Álvaro Mutis, Octavio Paz, Nicanor Parra, Juan Gelman...entre tantos, no entiende aún cómo la escritura digital, tan rápida e instantánea, en lugar de acercarnos nos mantiene en muchos sentidos más aislados que cuando las cartas se demoraban semanas en arribar. Pedro Lastra es uno de los más grandes estudiosos de la poesía hispanoamericana desde que pudo conocer a muchos de sus más grandes exponentes a partir de ese mítico Encuentro de Escritores de 1962, que organizara el poeta Gonzalo Rojas en Concepción, y donde ofició de secretario y anfitrión. Desde entonces, este profesor normalista se convirtió en una pieza fundamental de nuestra literatura. Su trabajo como director de la Colección Letras de América de la Editorial Universitaria entre 1966 y 1973 le permitieron conocer y trabajar junto a escritores y poetas enormes. Su vocación latinoamericanista la profundizó fuera de Chile, a donde debió emigrar como le sucedió a gran parte de nuestra intelectualidad y la del continente a partir de ese fatídico 11 de septiembre. En especial, se ha ganado el respeto y la amistad de nuestros hermanos peruanos y bolivianos que le han dado las más altas distinciones académicas, convirtiéndose Pedro Lastra desde la literatura, en el embajador que tanta falta nos ha hecho en nuestras relaciones internacionales. Posee una memoria que ruboriza a quienes aventaja en décadas lo que hace de su conversación un verdadero arte de la evocación en los afectos y el saber.