Es el modelo... perdón, el patriarcado
"La barbarie patriarcal. De Mad Max al neoliberalismo salvaje" ( Menades Ed.) es un libro que atrapa desde su mismo título. La autora española Victoria Sendón de León sabe cómo seducir a mentes que buscan respuestas más contundentes frente a los desafíos que enfrenta el feminismo del siglo XXI. En conversación con Vivian Lavín y desde su propio confinamiento debido a la pandemia por el Covid19, la filósofa Victoria responde con la lucidez y transgresión de la que hacho gala como una de las pioneras del feminismo hispano.
Por Vivian Lavín Almazán.
Una de las pioneras del feminismo español publica un libro que concentra el pensamiento y activismo de toda una vida. Su pensamiento está "siempre en evolución", dice la librera y editora Berta Concha, quien la describe como una "filósofa nómada y escritora sedentaria, conferenciante, teóloga, guionista de series para televisión y documentales, cuya bibliografía comienza en 1981 con el libro Sobre, diosas, amazonas y vestales utopías para un feminismo radical (Zero ed.). Le sigue La España herética y Más allá de Ítaca. Sobre complicidades y conjuras. (Icaria,1986 88)", son parte de una contundente trayectoria. Es en el libro Feminismo holístico: de la realidad a lo real, donde según Berta Concha "propone al feminismo como un punto de partida, no de llegada, donde no basta con pedir igualdad sino que hay que cuestionar el modelo de mundo en el cual se quiere ser igual". Otros libros de la misma autora son Marcar las diferencias: discursos feministas ante un nuevo siglo, Mujeres en la era global: contra un patriarcado neoliberal (Icaria Ed. 2002 y 2003) y Matria: el horizonte de lo posible (Siglo XXI, 2006) en los en los que ya plantea de manera contundente las ideas que vemos desarrolladas y ya maduras en La barbarie patriarcal. De Mad Max al neoliberalismo salvaje ( 2019, Menades Ed.)
Este libro se presenta al público latinoamericano en momentos en que el mundo está pasando por la primera pandemia del siglo XXI. A partir de esta situación inédita e impensada,¿Es posible "leer" sobre las causas de esta pandemia desde el feminismo? ¿Qué reflexiones ha hecho en su propio encierro sobre el momento que vivimos en referencia a su línea de pensamiento?
- Yo no sé la causa exacta de esta pandemia, porque ni siquiera sabemos si es de origen puramente natural y espontáneo o si el virus ha sido creado como un ensayo de guerra bacteriológica o económica. Pero, en todo caso, tanto si es de origen natural o provocado, podríamos decir que la ambición patriarcal y el desprecio por la Tierra, han conseguido hacer de nuestro mundo un campo de pura explotación y, por tanto, de un deterioro y contaminación propicios a cualquier pandemia o desastre climatológico o ecológico. Pero también esta crisis nos ha puesto de relieve lo que realmente es importante. Podemos ir sobreviviendo sin los multimillonarios que han esquilmado el planeta y que concentran el 80% de las riquezas, hemos podido sobrevivir sin los futbolistas estrella, pero no podemos sobrevivir sin las personas que ejercen los servicios más básicos, más humildes y peor pagados, y que son mayoritariamente mujeres: las cuidadoras, las limpiadoras, las cajeras, las reponedoras, las enfermeras... y no digamos las madres, las madres de familia o las abuelas. Y luego están las grandes olvidadas que se han quedado sin trabajo, como las trabajadoras de servicio doméstico, que no tienen seguro de paro o las mujeres víctimas de trata o prostituidas por los proxenetas, que se han quedado en la calle y ponen de manifiesto la permanencia de una esclavitud inaceptable, de unos derechos otorgados a los varones para la explotación sexual de las mujeres, insoportable ya en sociedades que se consideran civilizadas. Aparte de las mujeres que en este confinamiento padecen mayores maltratos. Y además este caos sanitario se debe también a las privatizaciones y los recortes que se han hecho en la sanidad pública a favor de la privada, porque no interesa lo común, sólo lo privado de los más ricos. Y después, la misma ambición se centrará en vendernos vacunas de dudosa eficacia y de dudosa salubridad. Vivimos en un casino regentado por ludópatas. Y esto es muy propio del Patriarcado, desde luego.
El hecho que un tercio de la humanidad esté en sus casas, implica también que muchas mujeres están viviendo el infierno al verse obligadas a permanecer en contextos domésticos de violencia con escasas posibilidades de solucionarlo: "Hay cosas más importantes que resolver ahora", pareciera ser la máxima. La violencia en contra de las mujeres ha ido en aumento en tiempos de cautiverio doméstico.
- Precisamente en relación a esta cuestión, he recibido el mensaje de una amiga colombiana que dice algo así como "Esto de la violencia contra las mujeres, ¿no era debido a que andábamos solas por la noche, que vestíamos de cualquier forma o que andábamos con desconocidos? Pues bien, han bajado los asaltos, los robos, los homicidios, los accidentes de tráfico, pero los maltratos de las mujeres van en aumento. ¿Ahora cuál es el motivo?" Esta pandemia nos ha puesto de manifiesto una cosa bien clara: que el mundo no va por buen camino, que hemos errado colectivamente en la búsqueda del sentido mismo de la vida humana. Y realmente, si los varones no se toman el cambio en serio, nos vamos colectivamente al abismo o, simplemente, tendremos que prescindir de ellos. Nosotras estamos haciendo nuestro trabajo, nos hemos tomado en serio nuestra responsabilidad colectiva, pero muchos de ellos siguen con su fútbol, miran para otro lado, pretenden seguir con sus privilegios y vivir a costa de los cuidados de las mujeres. Hasta el hombre más pobre cuenta con una sirvienta todos los días de su vida, desde que nace hasta que muere. El problema del maltrato de las mujeres parece ahora un problema menor, pero tiene el mismo origen que los problemas económicos o políticos, ya que derivan de un patrón civilizatorio patriarcal que sólo aspira al poder económico, político o sexual a costa del dominio sobre las mujeres, de la competencia con otros hombres y de la explotación de la tierra y de la fuerza de trabajo de los más pobres. Y la política muchas veces no es más que una guerra por el poder personal y de grupo sin que les interese para nada lo público, lo cual es una contradicción en el origen, porque la política en sí es la gestión de lo público, de la polis. Si no les interesa lo público, que se vayan a su casa, que sean empresarios, pero que no intenten gestionar los países como si fueran empresas, porque los países son su gente. Si hay que cambiar algo es, desde luego, el patrón patriarcal en su conjunto.
En el llamado "lock down" de la humanidad todo el ecosistema terrestre ha comprobado su fragilidad: no hay lugar del planeta que esté libre de este enemigo invisible llamado Covid19. Es un acontecimiento azaroso, y por lo mismo, nos ha obligado a pensar, un ejercicio para el que ya no teníamos tiempo con tanto ir y venir del trabajo . Las personas están pensando y analizando sus propias vidas, cuestionándolas... ¿Qué oportunidad ofrece este momento histórico al feminismo? ¿Esto tiene que ver con lo que usted ha denominado "el tiempo de los bravos"?
- Supongo que en este confinamiento, en esta cuarentena, mucha gente, que se ha tenido que parar y meterse entre cuatro paredes, estará reflexionando y dándose cuenta de que "no somos nadie", no somos nadie si un minúsculo ser como un virus es capaz de parar el mundo. Tal vez los varones, que suelen tener un "ego" mucho más inflado que nosotras, que las mujeres, sean quienes más lo sufran de acuerdo con un modelo patriarcal de correr hacia adelante sin fijar un objetivo que no sea otro que el de crecer, enriquecerse, ser alguien admirado y brillar y...y nada, nada: al final, la muerte. Tal vez se den cuenta de que esta civilización que ellos, fundamentalmente ellos, han construido no tiene ningún sentido porque además causa muchísimo sufrimiento inútil en el mundo. Mire el ejemplo actual de Boris Johnson, un empedernido xenófobo que quería acabar con la inmigración en el Reino Unido, cae enfermo y grave, muy grave, por culpa de coronavirus, y son dos personas, una neozelandesa y un portugués los que se pasan una noche entera con él sin dormir hasta que consiguen sacarlo de una muerte casi segura. Esto es lo que se llama una 'lección de vida'. Respecto a lo segundo, le llamo "el tiempo de los bravos" a esa necesaria re-evolución masculina que pase por renunciar a sus privilegios, que en definitiva son miserables, que ayuden a cambiar la dirección del mundo y que se decidan a ser personas, lejos de esas aspiraciones tan propias de los valores patriarcales. En definitiva, que colaboren a salir de esa psicosis estructural en la que vivimos y que han naturalizado, de tal modo que parece normal que nos hayamos gastado actualmente en armamento el 50% más del presupuesto que había durante la guerra fría, que existan hombres multimillonarios que acaparen gran parte de la riqueza del mundo, que la ambición económica haya conseguido romper el equilibrio ecológico de la Tierra, que nos va a traer males mucho mayores que los de la pandemia. Y que millones de mujeres sigan sufriendo su brutalidad en todas las formas posibles. Me pregunto cómo se pueden seguir mirando al espejo. Sé que muchos varones son conscientes de todo esto, de todo lo que provoca el patriarcado y ellos mismos, pero son cobardes. Ninguno se atreve a gritar, "el rey está desnudo", somos unos salvajes que sólo vivimos para el poder y el dinero, para poseer mujeres y violentarlas si es preciso, para ser alguien importante. Cambiemos el modelo, ya.
Entrando a la "matrix" y entendiendo que este libro implica el pensamiento de toda una vida, por lo que solo una de estas preguntas excede los tiempos radiales. Usted dice: "... al feminismo le ha correspondido combatir al patriarcado, pero ciñéndose erróneamente a luchar contra las desigualdades que se manifiestan en el llamado machismo, que es uno de los síntomas de dicho sistema global, cuyos mecanismos de poder contaminan todo los órdenes sociales o campos". ¿Podría explicar esa guerra inútil y confusa que hemos dado en contra del machismo, olvidando que la verdadera y gran batalla es contra el patriarcado?
- Sí, al tomar como guía el valor de la igualdad, teníamos que compararnos continuamente con el varón, que es lo que hace Simone de Beauvoir en "El segundo sexo", poniéndolo como modelo. Y, claro, nuestra lucha como feministas ha consistido en tratar de salvar la desigualdad con el hombre, cuyos privilegios se manifiestan en eso que hemos llamado 'machismo', y que sólo es un síntoma, pero hemos planteado la igualdad sin cuestionar el modelo. La igualdad en un modelo de mundo tan despreciable no nos llevaría muy lejos, pues tendríamos que llegar a adaptarnos a los valores y aspiraciones masculinos. Por ejemplo, las feministas están muy preocupadas porque no haya tantas mujeres como hombres en las ciencias duras y en las tecnologías, pero nadie se preocupa de que no haya muchos más hombres dedicados a profesiones que tienen que ver con el cuidado. ¿Por qué no hay más hombres enfermeros, maestros infantiles, trabajadores sociales o cuidadores en las residencias de ancianos o en el servicio doméstico? Porque esas profesiones están muy feminizadas y, por tanto, mal pagadas y poco consideradas. Luego, el modelo al que hay que aspirar es el masculino: todas tendríamos que ser financieras, ingenieras, informáticas...Y se olvidarían los valores más básicos de lo humano. Y que conste que ahora mismo es urgente que las mujeres con una conciencia feminista participen y lideren tanto la investigación como la tecnología, sobre todo en la Inteligencia Artificial (IA). Sin embargo, al ampliar el horizonte, tenemos que ver el modelo en su totalidad, y ese modelo en su totalidad se llama "Patriarcado" según una jerarquía de valores y un orden de prioridades. Por eso, un programa realmente feminista tiene que analizar el modelo económico, el político, el cultural, el educativo, el deportivo, el tecnológico, el artístico, el religioso, el militar....Toda la estructura o modelo patriarca en definitiva. No son asuntos ajenos al feminismo, sino todo lo contrario. El feminismo no puede reducirse a combatir el machismo ni a conseguir la igualdad, aunque no lo excluya, por supuesto. Nuestro desafío es mucho mayor y supone todo un programa político frente al programa oculto o inconsciente del patriarcado que nos domina.
Usted postula que el patriarcado tiene una estructura fractal, esto es, que es el "producto final que surge de la iteración, es decir, la repetición infinita de un proceso geométrico bien definido. Este proceso geométrico elemental, generalmente, de naturaleza muy simple, determina la estructura que, debido a la repetición infinita, da lugar a estructuras de una complicación en apariencia extraordinaria". Pues bien, la estructura fractal del patriarcado estaría integrada por una serie de elementos, entre los que uno que usted denomina como el "Factor X" , que resulta muy interesante en su fundamento, puesto que se trata de "un imaginario que se ha contado a sí mismo unos relatos delirantes que han impregnado toda nuestra civilización de mitos, valores y percepciones que sustentan una supuesta superioridad del varón y una fe indestructible en su fuerza física o tecnológica" Le pido disculpas, desde ya, por el esfuerzo de simplificación, y que explique sobre todo este factor X.
- La estructura fractal responde siempre a un patrón que se repite indefinidamente. Es la geometría propia de la naturaleza, y no tiene que ver con aquella euclidiana que aprendimos en el colegio (el cuadrado, la circunferencia, el triángulo, etc.) Esto en la naturaleza no existe. Lo que existe más bien es la geometría propia de un árbol, por ejemplo, que tiene un tronco y de ese tronco salen otros troncos, que son las ramas, y de esas ramas más ramas que se van multiplicando indefinidamente hasta las hojas, que reproducen la estructura original en sus nervaduras. Es decir, que la geometría de la naturaleza o fractal se origina a partir de un patrón que se repite y abarca todo el espacio de ese objeto. Me pareció una buena analogía para explicar que el Patriarcado consiste en un patrón que se repite en todo el espectro social y en los distintos campos como los fractales. Y ese patrón consiste en una serie de elementos constantes en todos los niveles y aspectos. Y estos elementos serían: 1) La transformación de las diferencias en desigualdades según una jerarquía arbitraria; 2) el establecimiento del poder a partir de una genealogía siempre masculina; 3) la subsidiaridad de las mujeres y de lo femenino; 4) el desprecio y dominio de la Naturaleza; 5) la guerra como institución y 6) la creación de una "plantilla psíquica", en los hombres como una hipertrofia del ego (es decir como una inflación) y en la mujeres como una minusvaloración de sí mismas. Pues bien, este patrón se reproduce en todos los aspectos de la vida social, como he dicho antes: en el económico, el político, el cultural, etc. y en los distintos momentos de nuestra historia patriarcal, de modo que el modelo hegemónico de cada etapa se corresponde con el imaginario atávico original, aunque tome distintas formas de expresarse. Y este imaginario es inconsciente, por eso es tan difícil de cambiar, por eso las mujeres con conciencia feminista lo hemos de verbalizar de tantas maneras, para que pase al campo consciente de los varones y también de muchas mujeres, al campo consciente de la sociedad. Ese imaginario que se manifiesta de muchos modos y es tremendamente versátil es lo que llamo factor X o patrón X. De todos los mundos posibles que nos ofrece la realidad cuántica, hemos elegido tal vez el peor de ellos. El 'factor X' está fundamentado en un imaginario que se ha contado a sí mismo unos relatos delirantes que han impregnado toda nuestra civilización. Y el mito fundacional que sustenta todo el edificio imaginario es el de un dios padre, por eso semejante imaginario sueña con ser millonario, con ser jefe, triunfador sexual, famoso y, finalmente, Dios. Y un dios, igual que crea mundos, puede destruirlos. Y esta posibilidad sería el peor sueño del imaginario patriarcal. Y no descartable, ya que ese imaginario nos ha llevado a una psicosis estructural. Iroshima y Nagashaki fueron un preludio o un ensayo. Sin embargo, esto del Patriarcado no es un fatum que vaya a ser para siempre, no. Este sistema apareció en un momento histórico y del mismo modo desaparecerá históricamente. De eso estoy segura. Pero ahora estamos en un momento crucial. Después de esta pandemia, en que han tenido a medio mundo confinado en sus casas, hay quienes puedan imaginar que la mitad del trabajo está hecho. Que de ahí a un mundo orweliano de control absoluto no hay más que un pasos. Tenemos que estar muy seguros de nosotras y nosotros mismos y saber que el mundo futuro está en nuestras manos, en la capacidad de eso que Spinoza llamaba el connatus es decir la fuerza y la acción por la cual cada ser se esfuerza por permanecer en su esencia. Y hoy en día deberíamos profundizar más que nunca en la esencial dignidad humana y tal vez así tomemos la decisión colectiva de realizarla hasta sus últimas consecuencias. Y también me referiré a la multitudo que también dice Spinoza.No podremos conseguir nada que no sea a través de la fuerza colectiva, ni crear otros mundos si no es desde la inteligencia también colectiva. Yo creo muchísimo en ella. Y en el tiempo post-pandemia, ambas cosas tendrán que estar muy activas.
Para mi generación Mad Max es una película de culto, pero jamás pensé verla como el subtítulo de un libro que habla de la cultura patriarcal. Podría explicar ¿por qué esta cinta entrega elementos referenciales?
- Utilicé esta referencia de Mad Max en el titulo porque era mucho más conocida que si me refería al mito de Gilgamesh y la persecución de la diosa Isthar, o la figura de Marduk y el asesinato de Tiamat. Son referencias a un estado de barbarie para explicar el origen histórico del Patriarcado, origen, que una corriente más oficialista del feminismo, niega, para decir a coro con Beauvoir que el sometimiento de las mujeres siempre ha existido bajo el dominio masculino. No es así, como bien demostró la arqueóloga lituana Marija Gimbutas, que descubrió en sus excavaciones en el este de Europa, que habían existido dos civilizaciones superpuestas. Una más antigua de tipo pacífico, igualitaria y que rendía culto a la Diosa Madre de la Naturaleza, la Pacha Mama de ustedes, en contraste con otra civilización invasora violenta, guerrera, con armas de hierro y caballos. Estos invasores eran de raza aria. Gimbutas fue demostrando que existieron distintas oleadas que fueron invadiendo toda Europa hasta el Danubio, luego el Rin y hasta llegar al Mediterráneo. Hacia Asia invadieron hasta el Indo. De ahí las lenguas indoeuropeas. Testigo de las antiguas civilizaciones invadidas quedan muy pocas lenguas, como, por ejemplo, en España el euskera, que es la lengua de los vascos y no tiene origen indoeuropeo, sino que es pre-indoeuropeo. Por supuesto que en América también tuvo que existir esa gran revolución. Pues bien, la cuestión ahora es saber qué provocó estas invasiones, que dan origen a la civilización patriarcal. Pues bien, otro arqueólogo americano de origen italiano, James DeMeo, ha escrito un libro llamado Saharasia, en el que expone la tesis de que existió un cataclismo climático por unas grandes eras de sequía permanente, épocas de las que quedan tres grandes testimonios: el desierto del Sáhara en Africa, el de Gobi en la zona de Mongolia y China, y el de Atacama, que tienen ustedes ahí en casa. Estos nuevos desiertos fueron creando culturas muy competitivas y guerreras en una lucha despiadada por la supervivencia. Se convirtieron principalmente en pastores, guerreros dedicados al pillaje, grupos de banderías que sobrevivían en esos ambientes parecidos a los de Mad Max, en los que si no matabas te mataban. Bueno, ahí tuvieron su origen las prioridades patriarcales y el imaginario masculino con sus dioses cornudos. Y ese imaginario atávico es el que pervive en nuestras sociedades actuales por muy modernas que parezcan. Y para las negacionistas diré que una investigación sobre el genoma humano, publicada en la revista Science, arrojó revelaciones asombrosas. Y el descubrimiento más sorprendente es que una migración masiva desde las estepas rusas reemplazó casi al 100% de los varones ibéricos durante la Edad de Bronce, hace unos 4.000 años. Y esto no se hace pacíficamente, desde luego. Se han encontrado enterramientos de parejas en las que el hombre es mucho más grande que la mujer, indicando distintas procedencias genómicas. Estos son testimonios de las invasiones patriarcales no hace tanto tiempo. No existe el patriarcado desde siempre como si fuera una característica propia del Homo Sapiens.
Me gustaría que pudiera referirse al título "La Barbarie patriarcal".
- Es fácil de colegir. Es decir, que bajo la apariencia de modernidad, nuestro sistema patriarcal esconde muchos rasgos de barbarie, aunque ya digo que lo hemos naturalizado y no nos damos cuenta. Pierre Bourdieu, habla en su libro La dominación masculina, de cómo en las sociedades modernas sigue perviviendo esta dominación según esquemas atávicos. Y la feminista Fátima Mernisi dice que el velo, como símbolo de sometimiento, equivale en Occidente a la talla 36 o 38 como una imposición de belleza en las jóvenes. Otras muchas dominaciones son más que evidentes, como los feminicidios o el maltrato de mujeres, la ablación sexual en muchos países musulmanes, la brecha salarial en iguales trabajos y yo diría también la brecha de visibilidad entre lo que hacen los varones y lo que hacemos las mujeres. Y no digamos la prostitución, que ahora es considerada como una actividad de ocio. Y no digamos la pornografía, una escuela de maltrato sexual a las mujeres. Yo creo que, como diría el psicoanalista Bruno Betelheim, que la herida más profunda que sufren los varones es la envidia del poder reproductor de las mujeres. Como ellos no pueden dar vida del mismo modo, pues dan muerte para ejercer su poder. No pueden gestar, pero pueden matar. Ahí está la gran barbarie del patriarcado, una violencia explícita en muchos casos e implícita en situaciones en las que la barbarie no se puede mostrar públicamente porque es rechazada socialmente. Así y todo, parece que vamos evolucionando algo, porque si echamos la vista atrás y vemos la permanencia por más de mil años del monstruoso vendaje de los pies de las mujeres chinas para agradar eróticamente a sus maridos no lo podemos ni creer. Bueno, y el mismo sometimiento de las mujeres occidentales hasta hace nada es de no creer. Y si nos remitimos a las religiones, la barbarie se muestra en estado puro. Como dice Onfray, "las religiones son un culto al nihilismo que nos sumerge en la fascinación por los abismos y la pérdida del gusto por la vida". Todas además incluyen en este odio, el odio a las mujeres, que representan la tentación y el mal, un modo muy cómodo de sacudirse las propias responsabilidades. Y sigue igual, la violó porque iba con minifalda, porque era una tentación para ese hombre, porque la carne es débil y ellas siempre provocan. Ay, que cosas. Y en esto de la religión distingo entre el cristianismo primitivo gnóstico, que siguió más bien la línea de María Magdalena, y el catolicismo, fundado por un pagano, el emperador Constantino, como religión del Imperio. O sea, que respecto a que el Patriarcado es un estado de barbarie yo creo que no hay duda. Y si no, pensemos en las terribles guerras que hoy siguen sucediendo en nuestro planeta.
Me llama profundamente la atención cómo su pensamiento vaya hilando conceptos desde la filosofía presocrática hasta la física cuántica, pasando por la evidencia material de una noticia de Televisión y la visión de filósofos actuales, con el mercado, de capitales, la política... Hay una matriz holística evidente, muy arriesgada y, por lo mismo, emociona al lector que encuentra acá una suerte de hilo de conversación más que una exposición cerrada y hermética. Quisiera nos comentara sobre esa decisión a la hora de escribir este libro, porque mi sensación es que usted disfruta mucho con la ciencia llamada "dura", que muchos cientistas sociales ignoran de plano, en cambio usted la aprecia en cuanto abre un camino que logra explicar procesos sociales y psíquicos. Aquí aparecen algunos científicos que rompen con lo tradicional, como Humberto Maturana o Francisco Varela.
- Bueno, no sé, siempre he tenido un pensamiento muy ecléctico porque desde niña me han interesado muchas cosas, tuve una infancia con muchos incentivos y jugué mucho, muchísimo, ya que tuvimos una profesora en casa, que nos daba clase una hora y media diaria. Lo demás era tiempo libre para correr, jugar, imaginar e incluso escribir y dibujar, que era lo que también me gustaba. Bueno, y dos horas de piano a la semana. Una educación burguesa, sí, pero libre, nada encorsetada. Hasta que no empecé el bachillerato no fui al colegio. Y la verdad es que mis notas fueron bastante desastrosas porque no me adaptaba a cosas aburridísimas que no me interesaban para nada. Sólo me interesaban los deportes, sobre todo el basket. En la universidad empecé a estudiar Física, que me gustaba mucho, pero siempre quería ir más allá, hasta que encontré mi camino en la Filosofía. Ahí sí que empezaron mis buenas notas. Viajé bastante, incluso viví en Buenos Aires y me matriculé en filosofía durante tres cursos. En fin, cosas muy diversas. Cuando terminé estuve dando clases unos años en Enseñanzas Medias y más tarde, durante 15 años, me dediqué al género documental para televisión, donde hacía guión y dirección. Fue muy divertido. Todos estos años sin dejar de dar cursos y conferencias y, sobre todo, de escribir, por supuesto ensayo, pero no sólo feminista o filosófico, sino sobre historia, paganismo, literaturas de vanguardia..., en fin, que me interesan muchas cosas. Y lo de las ciencias duras viene de mis devaneos con la Física, que he seguido leyendo con mucho gusto. Y realmente explican muchos fenómenos sociales. Creo que me inicié por ese camino con el libro La nueva alianza, de Ilya Prigogine e Isabel Stengers, que habla de las estructuras disipativas y de los momentos cruciales del cambio, cuando el caos busca el orden. Ahí estamos ahora. También soy muy seguidora de los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela con todo el tema de la autopoiesis. He seguido igualmente al inglés Ruper Sheldrake y sus resonancias mórficas o al físico Dvid Bohm y su orden implicado. La nueva Ciencia, que muchos consideran casi esotérica por pura ignorancia, se parece mucho a la sabiduría antigua que decía "como es arriba es abajo, como es adentro es afuera". Bueno, pues eso es lo propio del pensamiento analógico, cuando ves que todo está relacionado. Es lo contrario del pensamiento binario, que es siempre "si" o "no", 1 ó 0, blanco o negro. Estoy deseando que lleguen los ordenadores cuánticos en los que los elementos distintos no están ligados por la disyuntiva o/o, sino por la conjuntiva y/y. Si separamos, no llegamos nunca a saber lo que son las cosas. Si cortamos las cosas en trocitos, como recomendaba Descartes, no sabremos nunca el quid de la realidad. Yo prefiero siempre unir.
Finalmente, usted tiene una mirada optimista y se refiere a un "humanismo posible". Esto lo escuchamos en Chile, en el mismo capítulo en el que hace referencia al experimento político y económico del que fuimos víctimas con Friedman y sus adelantados alumnos chilenos de la Universidad de Chicago bajo la dictadura de Pinochet. Chile, justamente a partir de octubre del 2019, ha vivido un estallido social de enormes proporciones que solo una pandemia universal como la que atravesamos pudo detener... ¿cómo es ese "humanismo posible" al que nos invita?
- Para mí, el "humanismo posible" se iniciaría con un "humanismo radical", que sería retomar ese patrón original que nos hace humanos y que según Maturana fueron la cooperación, el sentimiento de cercanía y el compartir lo que nos hizo humanos y nos llevó a un lenguaje articulado para una mayor comprensión entre nosotros. La pervivencia del más fuerte es una interpretación competitiva de un pensamiento de derechas, pero al contrario, la microbióloga y premio Nobel Lynn Margulis decía que "No es más fuerte el que combate, sino el que coopera". La escuela de los "Chicago boys" adoptaron esa concepción de lo humano como que triunfa el más fuerte y por eso la vida no es más que una competición, en este caso económica. Esta postura nos lleva totalmente a la destrucción como humanos. Tal vez sobrevivamos como robots, como zombis o como esclavos, pero no como humanos, desde luego. Para Chile fue un horror hacer de cabeza de turco del neoliberalismo de Friedman, pues es un camino sin salida, sin futuro para una inmensa mayoría, sin futuro para el país. Si es cierto que creció mucho su PIB, pero también es cierto que se convirtió en el país con mayor desigualdad de América Latina. No es extraño que los jóvenes hayan provocado ese enorme estallido social: son la voz, no de una revolución sin sentido, sino que son la voz del mayor realismo posible. Esto no va a ninguna parte, señores neoliberales y seguidores de Friedman. Lo que dije antes, los políticos neoliberales quieren gobernar los países como si de una empresa se tratara, en la que sólo interesan los beneficios a repartirse entre una élite. Se privatiza todo y del país no queda nada de los servicios comunes, sólo los despojos. Y un país no son los beneficios económicos, un país es su gente. Y cuando el principal objetivo de la política es la gente, de ahí puede surgir un humanismo posible. Sería la primera vez en la historia en la que el humanismo sería incluyente porque incluiría a las mujeres, que han adquirido un protagonismo nunca conocido, es más, sería liderado por ellas. En un reportaje reciente, leí que el sociólogo francés Alain Touraine -que estuvo en Chile estudiando movimientos sociales – decía que en esta encrucijada tan peligrosa para la humanidad, sólo veía a las mujeres, al feminismo, capaz de dirigir un movimiento realmente evolutivo y de cambio. Además, le digo, para propiciar un cambio en la política mundial, un cambio realmente profundo, no hacen falta profundas teorías, ni alambicadas estrategias, sino que bastaría con el sentido común propio del Homo Sapiens. Y digo el sentido común porque parto de que el Patriarcado nos ha sumido en una psicosis estructural que sólo nos lleva a la destrucción en función del triunfo de unos pocos, un triunfo además absurdo, porque quieren ser como dioses y su final, sin duda, es la muerte. Si aprovechamos este confinamiento para reflexionar y para hacernos más humanos, cuando salgamos de esta no será tiempo de intentar, otra vez, refundar el capitalismo y ver cómo nos las arreglamos para seguir igual, sino tiempo para buscar el camino de volver a ser humanos, de acuerdo con nuestro patrón original, de acuerdo con Einstein en su búsqueda del humanismo cuando decía: "Sólo una vida vivida para los demás tiene sentido", que son las frases finales con las que concluyo este libro y con las que también yo termino esta entrevista.
Miércoles 15 de abril de 2020