La virgen, los cantores y artefactos
Según el poeta y doctor en filología hispánica, Fidel Sepúlveda, la décima es un “artefacto bien temperado”. Según el cantor popular “El Chincolito” es la “unidad de medida del idioma castellano”. Un estudioso y un cultor que coinciden en el profundo respeto hacia una métrica que ha permitido de manera excepcional mantener la memoria de los cantos y la devoción popular. Conversamos con “El Chincolito” en la víspera de la Vigilia a la Virgen del Carmen que reunió a más de 10 cantores a lo Humano y a lo Divino, para entender esa religiosidad y el arte que ella entraña.
Fuimos hasta Palquibudi, cerca de Rauco, aceptando la invitación que nos hizo el pueta Luis Ortúzar, "el Chincolito". En su casa, se realizó una Vigilia en honor a la Virgen del Carmen. En la tarde del lunes 15 de julio, coincidiendo con su cumpleaños, Luis Ortúzar "El Chincolito" estuvo preparando junto a Margarita, su mujer, y sus amigas, la Piusa y Eliana, empanadas fritas, sopaipillas y café de trigo, parte de las múltiples preparaciones que se hicieron para agasajar a tantos invitados que fueron con devoción espiritual y popular a ser parte de una de las más importantes tradiciones de la séptima región: el Canto a lo Divino. Una misa con cantos en décimas y guitarrones, oficiada por el padre Óscar Zamora, también cantor, fue el inicio de una celebración que se prolongó hasta pasadas las ocho de la mañana del martes 16 de julio, día de San Carmen. Diez cantores se dispusieron frente a un altar rodeado de flores con imágenes de la Virgen, en semicírculo, y en rueda dieron la bienvenida con décimas interpretadas con sus guitarras y guitarrones. Juan Pérez Ibarra, Juan Ferreira Cuadra, Jorge Castro, Oscar Zamora, José Pavez, Javier Peña, Daniela Sepúlveda, a única mujer del grupo, Erick Hill, Hugo Harrison y el dueño de casa, Luis Ortúzar “El Chincolito”, fueron interpretando versos ancestrales, conservados algunos intactos por más de 300 años, en la memoria de cuando ya eran la una y media de la mañana terminaron el primer fundamento y se dieron un breve alto en que se sirvieron queso de cabeza, arrollado, tortillas de rescoldo, café de trigo, mientras los invitados disfrutaban de vino navegado. Después de cada rueda, se hacía un pequeño alto y luego se reintegraban al mediocírculo en torno a la Virgen y continuaban con su rito poético. A diferencia de estas celebraciones cuando se hacen en escenarios santiaguinos, los cantores se mantuvieron en una de las habitaciones, solos, y los amigos y familiares podían verlos y escucharlos desde la sala, junto a la chimenea. Otro grupo de personas, permaneció afuera, junto a otro fuego, avivando una buena conversación.
El poeta y doctor en filología hispánica, Fidel Sepúlveda entrega acá algunas claves para entender la expresión poética que estos cantores a lo Divino exhibieron durante la Vigilia.
“¿Dónde está el secreto encanto del octosílabo y de la décima?
En su limpieza, en su simplicidad. Una décima es una pieza muy simple y limpia. Cuando no lo es, se nota de inmediato y el organismo de la poética tradicional rechaza cualquier cuerpo extraño. La décima, como diría Neruda, “es simple como un anillo, clara como una lámpara”. Cualquier disonancia, descompás y desborde se nota, es noticia negativa eN el ritual de la décima (…). La composición de la décima en octosílabos explica en parte su expansiÓn y permanencia en Chile y en Hispanoamérica. Se dice que el hispano hablante se expresa naturalmente en octosílabos. (…) Buena parte del refranero y adivinancero, importantes corpus de sabiduría popular”.
Escuche la conversación entre Luis Ortúzar “El Chincolito” y Vivian Lavín.