Un incansable de la poesía
Se pasea tranquilo por el soneto o el verso libre. Eso no le importa a Oscar Hahn, no le incomoda porque vuela con su pluma por la literatura. Un hábitat que vino a reconocer por casualidad y casi con sorpresa a los 19 años, cuando enfrentado a un acróstico por expresa solicitud de una polola, letra por letra fue descubriendo que las palabras caían con gracia y ingenio: el poeta estaba naciendo.
En su primer libro Rosas Negras aparecieron el amor y la muerte, que le atravesaron la lengua para dejar en su palabra su estampa dolorosa.
Sus poemas, dice el mismo Hahn, son como guiones cinematográficos que permiten al lector pasearse por las imágenes con el hilo conductor de un verso conciso e iluminador que a ratos, puede tener ritmos diversos, desde un rap hasta un rock del grupo Nirvana.
Nacionalizado estadounidense, Hahn se recluye en Iowa City, la cuna universitaria de escritores como Raymond Carver, Kurt Vonnegut y José Donoso como catedrático de Literatura Hispanoamericana, en una ciudad que nada tiene que ver con Chile, un paisaje que algunos han denominado el antichile: enormes llanuras de cereales, sin mar ni cordillera. Confiesa que Chile le duele, una herida que no para de sangrar cuando es un poeta reconocido y publicado en el resto de América latina más que en su país natal. En el libro Estrella Distante, el novelista Roberto Bolaño lo cita como uno de los poetas que leen sus personajes, pero eso le incomoda, no le gusta que los periodistas reparen en esa cita como una suerte de aduana de "buen poeta". A los críticos chilenos los mira de reojo, desconfiado, los cree eclipsados por las figuras de Neruda y Parra.
Los invitamos a escuchar esta entrevista con Vuelan las Plumas.