Las luces y sombras de Palomas
"Algunas luces y muchas sombras" es una de las tantas frases que se repiten en boca de los protagonistas de la novela Una madre (Destino). Son los aforismos que Amalia heredó de su propia madre, Ester, a quien se recuerda permanentemente como la abuela Ester. "Todos somos como somos porque fuimos algo antes", es otra y explica el pasado de cada uno de los protagonistas de esta historia puertas adentro que la noche de año Nuevo o Nochevieja, como la llaman los españoles se dan cita para estar juntos. Una cena que es preparada con esmero por Amalia y su hijo Fernando, el narrador, mientras ponen la mesa y van apareciendo los comensales, que no son otros que las hijas de Amalia y su hermano. Con la llegada de cada uno de ellos, aparecen esos otros personajes que fueron, con sus luces y, sobre todo, sombras, que son iluminadas por esta suerte de verdades y noticias que van explotando como fuegos artificiales, dejando a la familia como en sordina y expuesta a la luz de la verdad. Alejandro Palomas conversa con la periodista Vivian Lavín sobre cómo escribe y porqué escribe.
Alejandro Palomas (1967) es catalán, pero su madre, la verdadera, es chilena, y llegó a España como parte de esa inmigración forzada llamada exilio. Y su propia niñez estuvo embebida por las ausencias del otro lado del Océano Atlántico. Por eso es que la mesa de Nochevieja hay un puesto que nadie ocupa, es la silla de las ausencias. Porque su novela Una madre (Destino, 2019) es la historia de una familia donde las mujeres son los ejes matriarcales que van marcando las vida de los hijos.
Una madre es una novela que veremos en el teatro y en el cine, seguramente, porque tiene un ritmo que no da pausa al lector, mientras se asoma al interior de esta familia y de paso, a la propia.
2 octubre 2019